Hoy tengo el aura decaída. Me levanté, como todos los días, a las 6 y media de la mañana. Me tomé un café con leche y 8 galletas. Ya a esa hora me notaba extraño, aunque lo atribuí a que últimamente duermo poco y mal y me levanto sudado y con la boca reseca. Añadí al desayuno un zumo de naranja de «tetrabrick», enriquecido con 3 vitaminas, en el que vertí 2 cucharadas de azucar. Abrí la puerta de la calle, presintiendo que iba a ser un duro día y, ya en el portal de la calle, noté un escalofrío que presagiaba un desprendimiento de mi aura. A mi aura no le gusta demasiado la monotonía de la vida cotidiana. Como un calamar, cambia de color según la situación en la que se ve envuelta por mi culpa. Yo le digo para mis adentros que tenga paciencia, que estoy buscando la vía para sacarle los colores. Busco una aventura o, al menos, algún incidente reseñable que la anime. Por mi parte, me he acostumbrado a los tonos grises que, ni cerrando los ojos, puedo apartar de mi vista. Temo que mi aura me abandone y se vaya con otro, dejándome más sólo aún de lo que ya me encuentro ahora. Le prometí el arcoiris, pero ya no puede creerme y, lo que es peor, ni siquiera yo me creo a mí mismo.
En la mitología griega, las Arpías o Harpías (en griego ?????? Harpyia, ‘que vuela y saquea’) eran hermosas mujeres aladas conocidas principalmente por robar constantemente la comida de Fineo antes de que éste pudiera comerla, haciendo cumplir así un castigo impuesto por Zeus. Esto las llevó a pelear con los argonautas. En tradiciones posteriores fueran transformadas en genios maléficos alados de afiladas garras, que es como se les conoce popularmente.
La señora Paula iba a hacer un bizcocho de limón según la siguiente extraña receta:
«4 huevos, 1 yogur de limón, ralladura de limón, 1 cuchara sopera levadura, 3 vasos de yogurt llenos de harina, 2 vasos de yogurt llenos de azúcar, 1 vaso de yogurt lleno de aceite de oliva y mantequilla para el molde. Se mezclan todos los ingredientes, y se bate con la batidora sin pasarse de la velocidad 3. Se unta la mantequilla en el molde y se vierte la masa. Se mete en el horno precalentado, a 180ºC durante 45 minutos y si al hacer la prueba del tenedor sale limpio, está listo para tomar. Si por el contrario, al abrir el horno unos tentáculos surgen de él y se abalanzan sobre tí, puede deberse a: 1. Echaste levadura satánica, probablemente comprada por error en la tienda de chollo-chino. 2. El libro que tenías en la mesa no era el de Simone Ortega «1080 Recetas», sino el «Necronomicón», que te cambió el friki de tu hijo. Cuidado, si te atrapan pueden poseerte. Si no tienes cuerpo para ser poseída porque tienes que dejar hechas las croquetas, échale un paño por encima y sobre este, coloca dos cucharas de palo formando una cruz. Dejar enfriar y servir como si nada con un poco de nata montada».
Al llegar a esta línea, la señora Paula recordó que no tenía levadura y bajó al chollo-chino. «El Mercuromicón ese no me suena que lo tenga el niño» -pensó. «A ver si con un poco de suerte, me doy hoy una alegría, eah.»
Ninguna coincidía. Ninguna abría. Escuchaba sonidos que procedían de fuera de la habitación, pero sabía que el edificio estaba vacio. Allí sólo estaba él, buscando la caja. Pero todas eran iguales, no había ninguna marca que las diferenciara y tenía una única llave en la mano. Se detuvo un instante, ya que la postura encorvada que debía adoptar para probar con cada caja le resultaba incómoda y empezaba a sentir pinchazos en las piernas y en los costados. Escuchó una voz y al volverse vió a otra persona agachada, con una llave en la mano que se disponía a intentar abrir una de aquellas cajas. Después de él entraron otros muchos, que se aprestaron a buscar la caja cuya cerradura coincidiera con la llave que cada uno llevaba en su mano. Todos sabían que era una búsqueda imposible. Pero no dejaban de intentarlo. La caja estaba en algún sitio. ¿Por qué si no habría una llave en sus bolsillos?
None agreed. None opened. He heard sounds coming from outside the room, but he knew that the building was empty. There was only him, looking for the box. But all were equal, there was no mark to distinguish them and had a single key on the hand. She stopped a moment, as the stooped posture that should take to try each case it was uncomfortable and began to feel pins and needles in the legs and sides. He heard a voice again and saw another person squatting, with a key in his hand that was trying to open one of those boxes. After him came many others, who were preparing to search for the lock box which coincide with the key that each had in his hand. Everyone knew that it was an impossible quest. But not stop trying. The box was somewhere. Why not have a key in his pocket?
Flotar a la deriva, reflejar el mundo y, en un instante, plop, desaparer.