O lo que es lo mismo, un lunático cubierto de excreciones fantásticas desarrolladas en sus episodios «alunizatorios». La luna, ese satélite que nos marea.
Dueeerme, dueeerme, dueeerme… Estás en un camino. A los dos lados, hay pastos verdes. El camino es de tierra y arriba, en el cielo, luce el sol. Caminas despacio hasta llegar a una bifurcación. Te sientas a pensar qué lado del camino, izquierdo o derecho, te interesa seguir. Miras atrás y piensas si realmente quieres elegir o, ni siquiera seguir caminando. Quizá sea mejor quedarse en la bifurcación, esperando a que pase alguna otra persona y observar qué camino toma confiando en que esto te ayude a tu propia elección.
Chica, Estación de Metro de Quintana (18 de septiembre de 2007)
El otro día vi un documental, creo que era en la sexta, que especulaba sobre la existencia de vida extraterrestre y sobre la posibilidad de que esos extraterrestres, de nivel 3 en el desarrollo de su civilización, nos hubieran visitado. Por mi parte, coincido con Carl Sagan en su argumento de que siendo el universo tan grande, sería una pena desaprovecharlo. Pero, si trasladamos este argumento a nuestro propio planeta, más en concreto a nuestro país, podemos comprobar que realmente sí existen grandes espacios vacíos. La población tiende a concentrarse en media docena de ciudades y, el resto del territorio sufre una despoblación similar al de nuestro sistema solar. Construímos edificios cada vez más verticales y carreteras que nos llevan a la siguiente megalópolis. Así que, tal vez, a pesar del casi infinito espacio interestelar, las posibles civilizaciones se concentren en media docena de sistemas planetarios, con lo cual éstas nos verían como una pequeña localidad insignificante comparada con sus capitales y nuestras posibilidades de ser visitados se reducirían considerablemente. Por mi parte, reconozco que no he visitado ni el 0,1% de los pueblos de España. A lo mejor soy extraterrestre. Os puedo asegurar que vengo en son de paz, de momento.