INDIAN ROAD
How quickly time passes! Much faster than the countless palm trees counted in Rajasthan, trying to occupy my mind while we toured, lazily, a dusty road.
How quickly time passes! Much faster than the countless palm trees counted in Rajasthan, trying to occupy my mind while we toured, lazily, a dusty road.
Lassi is a delicious drink from India. The best place to drink it is Jaipur, although I don’t remember the name of the shop. The most traditional way to serve it is in a ceramic glass that are reused. Sweet, creamy spice yogurt… must try once in your life!
Illustration from a photograph of the travel blog:
Denae and Andy’s Travels
Enjoy the video recipe (without the traditional glass). Not exactly the same flavor I tried in Jaipur but not bad.
Estoy preparando nuevos dibujos de un viaje de hace 3 años a la India. Esta será la historia que aparecerá en 6dilly4dally próximamente. Para el que le interese, puede leer los anteriores capítulos en la sección Royal Thali.
I am preparing new drawings for a trip I made 3 years ago to India. This will be the story that will appear in 6dilly4dally. For those interested, please take a look to the list called «colecciones» and read the previous chapters of Royal Thali.
Cogemos un carrito para nuestras mochilas y vamos hacia la salida, donde nos espera nuestro coche. Aterrizar en un aeropuerto extranjero por la noche produce la extraña sensación de estar cometiendo algún tipo de delito, pero que a nadie parece importarle porque estás en ninguna parte. Afortunadamente, ese extrañamiento se difumina si un hipocondriaco como yo, viaja acompañado.
La India es un país dentro de un continente. En las pantallas de salidas y llegadas, vemos muchos nombres que, como visitantes extraños, nos resultan sugerentes. No veremos ni una décima parte de India, pero desde un primer momento tenemos la sensación de esa pequeña fracción de territorio nos nos desbordará. Antes de cargar con nuestras mochilas, tenemos que cambiar euros por rupias, así que nos sumergimos en la marea de gente: mujeres vestidas con saris de mil colores y hombres tocados con turbantes.
Después de casi 10 horas de viaje, al bajar de un avión uno se siente desorientado. A esto debemos añadir la excitación por el primer contacto físico con la India, aún en un entorno tan internacional y/o artificial como es un aeropuerto. Siempre me parece que todo el mundo sabe exactamente a donde tiene que ir, excepto yo. Tan pronto como la sangre vuelve a circular normalmente por nuestras piernas, nos acercamos a la cinta transportadora que, si todo va bien, escupirá nuestro equipaje en unos minutos.
Nuestro avión aterriza en el Indira Gandhi Airport. Es de noche en Nueva Delhi, se ve muy poco a través de las ventanas pero ya nos parece estar respirando los efluvios de las especias. Nuestro vecino de asiento se despide de nosotros, uniendo las palmas e inclinando ligeramente la cabeza y diciendo «Namaste». Un saludo que oiremos mucho durante el viaje.
La gente en la India se te queda mirando fijamente, sin ningún disimulo. Uno piensa que está visitando un país exótico, pero en esos momentos se tiene la sensación de que lo único exótico eres tú mismo y que estás ahí para ser visitado por los ojos de todos.
Poco antes de aterrizar en el aeropuerto Indira Gandhi, sobrevolamos una guirnalda zigzagueante de brillantes luces que agujerean la noche. Unimos mentalmente los puntos tratando de encontrar una forma familiar, imaginando algún mensaje de bienvenida, como si India nos estuviera esperando allá abajo.