ROYAL THALI #0002
Noviembre de 2005. Nieves y yo volamos a Delhi vía Milán. El vuelo es de ocho horas. Tenemos tele con varias películas, videojuegos y música para el perfecto aburrimiento. Nuestro viaje coincide con la fiesta de Diwali, que es lo más parecido a la Navidad occidental. Es el festival de la luz, que celebra el regreso de Rama, la séptima encarnación de Vishnu, de la selva. Son cinco días de fiesta, en los que hay fuegos artificiales, comida y desfiles en las calles. Muchas de las personas que viajan en el avión son hindúes que vuelven a casa para participar en estas celebraciones, compartir ritos y reafirmar su fe de manera colectiva. Al lado de Nieves viaja un hindú que trabaja en una empresa informática londinense. Lleva una agenda electrónica. Cuando nos quedan un par de horas para llegar a Delhi, nos enseña la imagen que tiene como fondo de pantalla. «Es mi gurú«- Nos dice. Él va a Delhi a celebrar Diwali y a encontrarse con su maestro. Nos pregunta si tenemos un sacerdote y -«¿Cuál es vuestra religión?» Cuando le contestamos que ninguna se queda muy asombrado. Nos da la impresión de que no puede concebir que alguien no tenga algún dios. Parece que es una respuesta inconveniente que excita la ya de por sí intensa curiosidad de los habitantes de India. Él intenta convencernos de que es necesario tener fe, cuando para nosotros, la fe ha dejado de ser una necesidad.