septiembre 8, 2007
En el cielo debían tener mucho tiempo libre, por eso se rebelaron unos cuantos ángeles (luego llamados demonios o diablos). Cuando tienes tiempo libre, puedes pararte a reflexionar y, en el caso de un ángel, puedes sentarte en una nube, apoyar tu mano sobre la mejilla y pensar sobre tu eterna situación actual. Y plantearte la posibilidad de cambiarla. Bueno, yo creo que si esos ángeles hubieran tenido que ir a currar ocho horas al día, hacer las labores cotidianas como ir al super, lavar y planchar la ropa, ir al banco, leer la correspondencia -buscando una carta familiar o al menos amistosa entre varios estractos bancarios-, dar de comer al gato o al niño o las dos cosas, preparar algo para cenar, ver un partido de fútbol o el capítulo decisivo de CSI-Parla, echar un polvo, echar un cigarro o echar la basura… En fin, esos ángeles no se hubieran rebelado. Así que, después de la fallida rebelión, Dios dijo: «No es bueno que el hombre tenga tiempo libre», y creó la jornada partida, por lo menos en España, que ya se sabe que es más católica, apostólica y romana que ninguna y que aquí se vive como Dios (quiere).