ESPEJO, ESPEJITO
Érase una vez, una hermosa reina que vivió feliz muchos años, pero con el paso del tiempo, vio que el rey perdía el interés por ella de la misma forma que la primavera se alejaba de su rostro y, para recuperar su antigua pasión, quiso ser joven de nuevo. Acudió a una clínica de tratamiento de belleza célebre en el reino y se inyectó botox en el rostro, con lo que éste se estiró cual piel de cordero sobre tambor y después, como no quedó del todo satisfecha por el resultado, pues éste era bastante efímero, se sometió a una operación quirúrjica de la que salió con la cara completamente vendada. Días después, cuando por fin le permitieron despojarse de su máscara de gasa, corrió a mirarse en el espejo de la alcoba real, que era mágico, y le preguntó: «Espejito, espejito… ¿quién es la más bella de todo el reino?».
Y ya sabes como sigue, una operación llevó a la otra y de la hermosa reina quedó tan sólo un antifaz, un reflejo en distorsionado de lo que había sido y nunca volvería a ser. De ahí que odiara tanto a su hijastra Blancanieves que poseía, no sólo una belleza sin igual, sino el don efímero de la juventud, por el que ella hubiera dado su reino, su vida, su alma. Y, de hecho, algo de ésta se iba quedando en el espejo. El cual, naturalmente, jamás contestó a su pregunta pues ¿quién ha visto algún espejo hablar? Eso sólo son fantasías de niño, al igual que prentender ser joven toda la vida. Sobre Blancanieves, esa es otra historia. Y no precisamente la que os han contado.
Foto: Scyza
Tus espejos no te hablan? 😀