-«¡Oh! Igual, igual que la Marilyn esa, mira tú que gustico.»
-«Mira que venir a venderme no se que de planes de abducciones, con la crisis que hay. Estos de los bancos sólo quieren chuparte la sangre para comprarse coches caros -y raros, porque ese parecía más un platillo volante de esos- e ir por ahí chuleando de dinero. ¡Menos mal que yo ya estoy «escamá» de todo!»
La Mari, gritando: «¡Juan! ¡Vente para casa que se enfrían los boquerones!»
La Mari, pensando: Este hombre, cuando juega la partida de dominó, parece que está como en otra galaxia.
(Gracias a George Lucas y a su saga Star Wars)
«¡Que hay crisis, que hay crisis! ¡Pues tu dirás lo que quieras, pero para mí que este aceite Supereconómicmegascooter no es de oliva ¿sabes?»
«…y ahora echo a andar como si nada, y clavadito al anuncio ese del Martini y la minifaldita ¡Qué recuerdos!»
– «¿Algo más, además de las chuletitas de lechal, seña Mari?»
– «Me va a poner la etiquetita esa que tienen clavada. De recuerdo, gracias».
«Y digo yo, ¿qué soy sino una diminuta partícula dentro del inconmensurable universo cósmico ese? Ay, este Asimov es peor para el corazón que la Corín Tellado».
«Sueño que floto sobre un nenufar, en una charca donde se oye el croar de las ranas…» pero me despierto y lo único que se oye son los ronquidos de mi marido.
«Espejito, espejito. ¿Por qué no te desprendes de tu clavito y te caes y te haces trocitos? ¿eh?»
Hace unos cuantos años, dibujé en mis cuadernos de apuntes una serie de viñetas protagonizadas por «La Mari». Haciendo sitio en mi archivo, han aparecido de nuevo y, al reeleerlos, me ha parecido que algunos de ellos tenían cierto interés por contener unas gotas de amargura, un poco de humor y una chispa de ternura. Espero que la receta, sea del gusto de todos. Qué aproveche.