BOTELLA SONAJERO PARA DARÍO
El otro día, intentando que mi hijo de seis meses se quedara dormido, eché mano de una botella de agua pequeña medio vacía. Me puse a canturrear una cancioncilla improvisada sobre los peces y el sueño y, agitando el agua del interior de la botella, surgió un soniquete bastante agradable, a juzgar por la carita que puso. Le gustaba el chapoteo y, poco a poco, fue cerrando los ojos hasta quedarse dormido. ¡Fue un momento mágico, de esos que uno vive al ver crecer a un niño, que descubre cosas sencillas y se maravilla ante ellas!
Hay cosas que deberíamos volver a retomar de los bebés y una de ellas es su amor por las cosas sencillas. Da igual lo moderno, luminoso, sonoro y suave que sean los juguetes que le compres, siempre se quedarán jugando con el envoltorio.
Besos a los tres, Germán.
PD. Quiero ver a ese Darío pero ya. Te mando foto al correo.
Otro juguete fantástico para un niño es… el pelo de sus padres. No se tú, pero yo estoy pensando seriamente en quitarme la barba ¡Qué dolor cada vez que se coge! Y es que la fantasía de un niño puede ser enormemente violenta.