VIDA
El escultor disimulado, moldeaba una figura de barro sabiendo que la suya propia, carente de estructura interna, se le iba escapando con el correr de los días. De hecho, a veces pensaba si alguna vez tuvo siquiera una forma definida. Así, mientras mojaba sus dedos en agua para facilitar que éstos se deslizaran sobre la piel de tierra, se le secaba la boca pensando en lo que pudo ser y nunca fue.
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