BOLSA DE OJOS
Photo: Charlene Sprong
En el mundo de Collodi, nadie pareció advertir que Pinocho, el otrora muñeco de madera, ya en la edad adulta, cuando lloraba lo hacía con sombras de clavos, las cuales dejaban un rastro de amargo óxido en su rostro que ahora aparecía surcado de arrugas extremadamente parecidas a las vetas de la madera pues la vida, como por desgracia ocurre tantas otras veces con los seres humanos de carne y hueso, había endurecido su alma.
«Dios no juega a los dados con el universo»
Albert Einstein
-Y, digo yo, ¿qué pinta Dios en todo esto?